El 2017 será un año diferente para la argentina Lorelei Tarón, quien tiene claro que de las dificultades surgen cosas buenas. En esta entrada de blog, ella misma cuenta detalles sobre cómo el paso del tiempo y los obstáculos no derrumbaron su sueño de hacer música, sino que le enseñaron a no darse por vencida.
Mi vida siempre ha estado conectada a Dios y a la música. Nací en una familia cristiana y desde niña decidí seguirlo y servirle a Él. A los tres años empecé a tomar clases de canto lírico y piano, pero cuando llegó la hora de ir a la universidad opté por estudiar comunicación social. Un mes después llamé a mis papás y les dije que no podía seguir: lo mío era la música.
Intenté ingresar al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón de Buenos Aires, me preparé durante varios meses, pero el día de la audición, frente a 15 jurados, estaba tan nerviosa que finalmente no pasé. Ese fue el primer “no” que recibí. Aún así me quedé en la Capital y estudié en Berklee y en el Conservatorio de la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Mientras tanto, formé algunas bandas con amigos y tocábamos en iglesias. También me presenté en Latin American Idol, la versión latina del show de televisión American Idol, pero solo pasé a la primera etapa.
En el 2006 conocí a Falca en la iglesia a la que asistíamos, él jugaba en River Plate. Al año siguiente, cuando tenía 19, nos casamos y mi vida dio un vuelco: dejé la universidad por unos años mientras aprendía a ser esposa y a vivir en el mundo del fútbol, pero seguí tomando clases particulares de canto. En el 2010 y 2012 hice dos presentaciones en Oporto, Portugal y en Bogotá, Colombia. Además, en el 2013 lancé Hay una luz, mi primer sencillo, y participé en la canción Tu amistad me hace bien de Alex Campos.
Nací en una familia cristiana y desde niña decidí seguirlo y servirle a Él. A los tres años empecé a tomar clases de canto lírico y piano, pero cuando llegó la hora de ir a la universidad opté por estudiar comunicación social. Un mes después llamé a mis papás y les dije que no podía seguir: lo mío era la música.
Intenté ingresar al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón de Buenos Aires, me preparé durante varios meses, pero el día de la audición, frente a 15 jurados, estaba tan nerviosa que finalmente no pasé. Ese fue el primer “no” que recibí. Aún así me quedé en la Capital y estudié en Berklee y en el Conservatorio de la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Mientras tanto, formé algunas bandas con amigos y tocábamos en iglesias. También me presenté en Latin American Idol, la versión latina del show de televisión American Idol, pero solo pasé a la primera etapa.
En el 2006 conocí a Falca en la iglesia a la que asistíamos, él jugaba en River Plate. Al año siguiente, cuando tenía 19, nos casamos y mi vida dio un vuelco: dejé la universidad por unos años mientras aprendía a ser esposa y a vivir en el mundo del fútbol, pero seguí tomando clases particulares de canto. En el 2010 y 2012 hice dos presentaciones en Oporto, Portugal y en Bogotá, Colombia. Además, en el 2013 lancé Hay una luz, mi primer sencillo, y participé en la canción Tu amistad me hace bien de Alex Campos.
Mi sueño era grabar un disco e intenté con varios productores, pero los proyectos no se concretaban. Oramos con mi esposo para que Dios pusiera a alguien de confianza y aparecieron Alex y Natalia Campos, con quienes hemos hecho una amistad muy linda. Empecé a trabajar con Alex desde el 2014, pero se presentaron varios contratiempos.
Falca y yo decidimos creer en Dios y aferrarnos a lo que nos había prometido. Seguimos soñando, sabiendo que Él estaba con nosotros y tenía todo bajo control, aunque las cosas parecieran estar al revés.
La felicidad de tener a nuestras hijas, Domi y Desi, e incluso las circunstancias difíciles que vivimos, se convirtieron en una inspiración para cumplir nuestros sueños.
Ahora entiendo que antes no estaba preparada para lo que está a punto de suceder. Me siento lista y este proyecto es una muestra de ello, llevó varios años realizarlo, pero mientras tanto me preparé musical y técnicamente. Aprendí a ser constante y a no abandonar un sueño tan pronto se recibe un “no”. Por eso quiero motivarlos a ver a Dios, no como una religión, sino como un amigo al que le pueden contar todo y del que recibirán fortaleza para no rendirse.
Dios tiene un tiempo perfecto para todo y el tiempo de cumplir uno de mis anhelos ha llegado. Pronto Falca y Alex les contarán más sobre lo que viene.
Fuente: Alonso Betancourt