El que siembra escasamente, escasamente cosechará. Eres lo que siembras?

Este tiempo de resguardo ha sido un momento muy importante en nuestras vidas, debes haber reflexionado en qué tipo de semilla eres.

Si no lo has hecho, reflexiona un poco en tu pasado y tu presente. Identifica qué es lo que has cosechado siempre. Ayúdate con el patrón de tu cosecha; es decir, analiza tus pensamientos, tu manera de hablar, tu forma de vivir y hasta de relacionarte con los demás.

Ahora, imagina que necesitas vender tus semillas ¿qué imagen pondrías en el empaque? ¿Amor, trabajo, resentimiento, resiliencia, tristeza? Si haciendo este ejercicio te das cuenta de que no te gusta lo que has cosechado a lo largo de tu vida, entonces necesitas hacer cambios lo más pronto que puedas.

Permite que la ley de la siembra y la cosecha trabaje a tu favor. Esta ley es simple, pero también es muy fuerte, ¡está detrás de todo lo que sucede en tu vida! Las buenas o malas consecuencias de tus acciones son el claro ejemplo de ello.

Y por favor, no pienses que estás condenado a ser una mala semilla, o a que otros siembren en ti, como seres humanos, tenemos el privilegio de cambiar conscientemente el rumbo de nuestra vida.

Decídete a mejorar tu semilla, plántala en el lugar correcto, pídele a Dios sabiduría para cuidarla, si estás en dificultades, permítete florecer en el asfalto, o date la oportunidad de dar esos frutos que tanto sueñas, pero comienza a plantar ya lo que deseas, ¡el tiempo vuela!

Recuerden esto: El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará.
2 Corintios 9:6

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